viernes, 29 de junio de 2007

GRAN DEPRESIÓN

Tiempos Modernos, Charles Chaplin
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Se recomienda ver la película de Chaplin “Tiempos Modernos”. En este filme se ilustran las más trágicas consecuencias de la Gran Depresión sobre la población. La película aborda el tema desde la perspectiva Estadounidense, no obstante los conceptos y las ideas centrales pueden ser transplantadas a la realidad nacional (chilena).

BREVE RESEÑA GRAN DEPRESIÓN

El período situado entre el fin de la Primera y la Segunda Guerra Mundial se caracteriza por grandes desequilibrios económicos, que desembocaron en la crisis más grave que ha conocido el sistema capitalista. Comenzó en Estados Unidos y debido a las estrechas relaciones que había entre los países capitalistas, afectó a todo el mundo, produciendo un gran número de cesantes. La primera manifestación de la crisis se produjo en la bolsa de Nueva York, cuando la cotización de las acciones comenzó a bajar y el 24 de octubre cundió el pánico entre los inversores y el mercado del dinero se derrumbó. La crisis también afectó a nuestro país (CHILE) y sus consecuencias fueron desastrosas para miles de obreros y para nuestro sistema económico en general.



DOCUMENTOS
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GENERALES
1.
Visión marxista de la crisis del 29. Jawarhalal Nehru (1889-1964), quien fue presidente de la India.
2. La visión de un economista. Mr. J. Maynard Keynes
3. Testimonio de un accionista. Groucho Marx
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CHILE Y LA GRAN DEPRESIÓN
4. La Gran Depresión y su impacto en Chile. Eduardo Ortiz
5. Telegrama de los obreros del norte. 18 agosto 1931
6. La crisis económica en Chile. Análisis en la Cámara de Senadores 1931

1. Visión marxista de la crisis del 29.

Rusia aparte, la teoría y la filosofía del marxismo aclararon muchos rincones oscuros de mi mente. La historia llegó a tener un nuevo significado para mí. La interpretación marxista arrojó sobre ella todo un torrente de luz v se convirtieron en un drama que se desenvolvía con cierto orden y finalidad, aunque inconsciente. A pesar de las temibles devastaciones y miserias del pasado y presente, el futuro -no obstante los muchos peligros que lo acechaban- estaba iluminado por la esperanza. Lo que me atraía del marxismo era su esencial libertad respecto de todo dogma y su perspectiva científica. Es cierto que en el comunismo oficial el dogma no era escaso, en Rusia como en otras partes, y que a menudo se organizaban cazas de herejes.

Eso parecía deplorable, aunque no era difícil de entender en vista de los cambios tremendos que tenía lugar en los países soviéticos y de que una oposición efectiva podría haber tenido por un catastrófico resultado. La gran crisis y la bancarrota mundial parecían justificar el análisis marxista. Mientras todos los otros sistemas y teorías van a tientas en la oscuridad, sólo el marxismo la explicaba de más o menos satisfactorio.

Jawarhalal Nehru (1889-1964), quien fue presidente de la India.



2. La visión de un economista:

El mundo comienza darse cuenta desde hace algunas semanas sobre todo de que estamos pasando por una de las mayores depresiones en la industria que se han conocido. El descenso en los precios es en todos los países uno de los más fuertes y rápidos, con la sola excepción quizás de 1921. Desde principios del presente año, el precio medio de los productos de consumo artículos, tales como el cobre, el caucho, la plata alcanzan su más baja cotización mientras que otros vuelven a los precios de anteguerra.

En tales circunstancias, es inevitable que se produzca un gran retraimiento en los negocios. Las nuevas empresas se ven detenidas y retrasadas en todas partes del mundo, y los comerciantes están sufriendo importantes pérdidas por doquier. Este retraimiento afecta igualmente a los Estados Unidos de Norteamérica, pero ocurre que en aquel país no parecen tomar la situación tan en serio como fuera menester. Y esto constituye, sin duda, un elemento peligroso.

En la actualidad, en efecto, Wall Street se ilusiona con la esperanza de que ésta es una de tantas depresiones de menor cuantía, como ocurrió, por ejemplo en 1924. Creo totalmente errónea semejante interpretación.


«Mr. J. Maynard Keynes nos habla de la crisis mundial». El Sol (Madrid), 10 de junio de 1930.


3. Testimonio de un accionista.

Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la de mi país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. (Mi sueldo semanal en Cocoteros era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street).

Corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia (…) En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de bolsa, dijo, "espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia". "Harpo, dije, "¿estás loco? ¡Si esperarnos hasta que le hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros!'. De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su balín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de la Uniled Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con un margen del veinticinco por ciento (...); si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le dejaba a deber al agente. (…)

El mercado siguió subiendo y subiendo lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. la gente compraba sin cesar (...)

Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iban a doblar su valor en pocos meses (…) El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos, sus ahorros de todo la vida- en Wall Strett ( )

Un día concreto, el mercado empezó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presa del pánico y empezaron a descargarse (...) Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores (...)

Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando los márgenes adicionales y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio (...). Luego, un martes espectacular, Wall Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque par entonces todo el país estaba llorando. El día del hundimiento final, mi amigo, Max Gordon me telefoneó desde Nueva York Todo lo que dijo fue: ¡Marx, la broma ha terminado!

Groucho Marx, Groucho y yo. Barcelona, Tusquets Editores, 1980.
CHILE Y LA GRAN DEPRESIÓN
4. La Gran Depresión y su impacto en Chile
Un informe de la Liga de La Naciones señaló a Chile como el país más afectado por la Gran Depresión. Las exportaciones se redujeron a la mitad de su valor. Las ventas de cobre y salitre, pilares de la economía, disminuyeron drásticamente entre 1929 y 1932 y lo mismo ocurrió con el resto de las exportaciones. Las importaciones disminuyeron en un 88% en los años mencionados. Producto de todo el descalabro económico los cesantes aumentaron a un número de 130.000 según las cifras más bajas estimadas, hay quienes afirman que los desocupados alcanzaron unas 300.000 personas.
Chile, absolutamente dependiente de sus exportaciones minerales a los países desarrollados, sucumbió junto a ellos cuando se produjo el colapso de sus economías en la década del ‘30
FUENTE: Eduardo Ortiz, La Gran Depresión y su impacto en Chile, Editorial Vector, Santiago 1983, p. 19
5. Telegrama de los obreros del norte. 18 agosto 1931

Cenador Cabero: he recibido un telegrama de Antofagasta que dice: “Situación angustiosa desocupados general indúcenos dirigirnos ustedes pedirles hacer presente gobierno urge pedir ayuda inmediata, pues hambre enseñorease hogares empleados y obreros. Autoridades locales carecen medios atender clamor. Cesantes piden trabajo dignificador necesitando ayuda económica inmediata. Saludos por comité cesantes. Zagal.

Fuente: Cámara de Senadores, Boletín de Sesiones ordinarias. Santiago de Chile. 1931, p. 175. En: Eduardo Ortiz, La Gran Depresión y su impacto en Chile, Edit. Vector, Santiago 1983, p. 37
6. La crisis económica en Chile. Análisis en la Cámara de Senadores 1931

Entiendo que la mayoría de los trabajadores que quedaron cesantes con motivo de la paralización de las oficinas salitreras fueron trasladados al sur y diseminaos o repartidos en algunos puertos, tales como Huasco Coquimbo, Valparaíso, y algunos pueblos del sur. Otra parte apreciable de esos obreros cesantes permanecen en Arica, Ovalle, Vicuña y otros pueblos del norte. Por lo que respecta al pueblo de Vicuña sé por correspondencia que mantengo con algunos obreros cesantes de esa localidad que hay allí desde hace cuatro 0 cinco meses más o menos trescientos o cuatrocientos obreros desocupados. ... De una carta que he recibido allá... “Empero, no obstante su silencio, le escribo una vez más, manifestándole que nuestra situación es la misma que en mis anteriores le decía; Pues del dinero otorgado por la Caja de Seguro para ayuda de los obreros cesantes, sólo correspondieron a este Departamento, Vicuña, 2.125 pesos, cantidad exigua que no compensa el crecido número de cesantes, además, el Gobernador hizo un verdadero intríngulis con esos dineros y organizó cuadrillas de diez hombres y los hizo trabajar en la limpieza de caminos manifestando que una vez llegados fondos por caminos, ese dinero, se repondría en la caja de cesantes. Ese dinero llegó y la devolución no se ha visto. El resto del dinero, no fue tampoco ayuda como decía el Seguro, cuando aportó los 300.000 pesos sino que con ello se nos hizo trabajar en diversas obras de la ciudad y se nos daba, sin hacer distinción de hombres solteros o con familia, la miserable cantidad de dos pesos diarios; por cierto que los obreros no andaban mal, porque con ese dinero les alcanzaba para medianamente alimentarse y nosotros los casados estabamos a ración de hambre. Desgraciadamente el trabajo duró solamente catorce días, quedando después en la más miserable de las situaciones.

Fuente: Cámara de Senadores, Boletín de Sesiones ordinarias. Santiago de Chile. 1931, p. 175. En: Eduardo Ortiz, La Gran Depresión y su impacto en Chile, Edit. Vector, Santiago 1983, p. 37.

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